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Tanguillos de Triana: compás popular con alma sevillana
Una joya rítmica del barrio más flamenco de Sevilla
Dentro del gran mundo del flamenco, existen palos que gozan de gran visibilidad, y otros que permanecen en un segundo plano, aunque no por ello menos valiosos. Los tanguillos de Triana son uno de esos tesoros escondidos. Un palo con personalidad propia, marcado por el humor, la cercanía y la tradición oral del barrio que les da nombre.
En un mundo flamenco donde la soleá o la seguiriya acaparan la atención por su profundidad emocional, los tanguillos de Triana ofrecen otra cara: la del compás juguetón, la del canto cotidiano y la chispa de la vida popular.
Origen popular y carácter desenfadado
Los tanguillos de Triana nacen de la calle, del habla de la gente, del ambiente informal y espontáneo que define a muchas expresiones flamencas con raíz en los barrios. Son herederos de un tipo de cante que no buscaba la solemnidad, sino la gracia. Un arte sin pretensión que brota de lo cotidiano, de lo que se canta mientras se trabaja, se charla o se celebra.
Su estilo refleja esa esencia festiva y ligera, muy vinculada a la forma de ser del barrio de Triana. Es un cante que se apoya en la ironía, los dobles sentidos y el ritmo natural del habla sevillana, lo que le da una musicalidad única.
Compás y estilo
Aunque comparten nombre con los tanguillos de otras zonas como Cádiz, los de Triana tienen un aire propio. Su estructura rítmica suele moverse dentro del compás de 4/4, pero con un fraseo menos rígido y más cercano al habla popular. El acento puede caer en lugares inesperados, y es precisamente eso lo que los hace tan vivos y auténticos.
La guitarra suele acompañar con acordes sencillos, dejando espacio a la voz para expresarse con libertad. A diferencia de otros palos donde la técnica vocal es más encorsetada, aquí hay lugar para el juego, la risa y la improvisación.
Un cante en riesgo de desaparecer
Hoy en día, los tanguillos de Triana no son habituales en los grandes espectáculos ni en los repertorios más comerciales del flamenco. Su carácter íntimo y su informalidad han hecho que se mantengan más como una joya de transmisión oral que como un palo presente en festivales o grabaciones.
Aun así, forman parte del patrimonio sonoro del barrio y de la memoria flamenca de Sevilla. Son esos estilos que se cantan en reuniones familiares, en fiestas privadas o en momentos de inspiración entre artistas. Su valor está precisamente en eso: en su cercanía, en su humildad y en su autenticidad.
La vida cantada en compás
Más allá de lo técnico o lo histórico, los tanguillos de Triana son una manera de contar la vida. Hablan del día a día, de lo que pasa en el mercado, en la calle, en casa. Su fuerza no está en el dramatismo, sino en la capacidad de sacar música de lo ordinario.
En un mundo donde el flamenco a veces se percibe como algo solemne o inalcanzable, los tanguillos nos recuerdan que también hay espacio para el humor, la picardía y el disfrute simple del compás. Son, en definitiva, una celebración del alma popular de Triana, con todo lo que eso implica.
Y si querés vivir esa esencia en directo, nada mejor que hacerlo en Teatro Flamenco Sevilla, donde cada función es un homenaje a los cantes que forman parte de nuestra historia. Porque el flamenco, como los tanguillos, se entiende mejor cuando se siente de cerca.