Filtrar contenido

La cartagenera: un palo flamenco poco conocido pero lleno de sentimiento
Un viaje por uno de los cantes más singulares del Levante, cuya expresividad y profundidad siguen cautivando a los amantes del flamenc
Dentro del mundo flamenco, hay cantes que permanecen en un segundo plano, pero que poseen una riqueza musical y emocional extraordinaria. Uno de ellos es la cartagenera, un palo flamenco procedente de la zona minera y portuaria de Cartagena, en la Región de Murcia. Aunque no es tan popular como la taranta o la minera, forma parte del grupo de los cantes de Levante, caracterizados por su profundidad, su libertad rítmica y su carga sentimental.
La cartagenera destaca por su lirismo, por la sensibilidad de su melodía y por su capacidad de transmitir nostalgia y emoción. Es un palo que ha evolucionado a lo largo de los años, manteniendo siempre su sello característico: una expresión íntima, casi confesional, que conecta directamente con el alma.
Orígenes: entre el mar y la minería del Levante
La cartagenera debe su nombre a la ciudad de Cartagena, un enclave histórico donde confluyeron trabajadores del puerto, marineros, mineros y familias llegadas de otras regiones. Ese cruce de culturas dio lugar a un estilo musical influenciado por fandangos locales, cantes abandolaos y aires mineros.
Aunque hoy se considera parte del grupo de los cantes de Levante, su estructura original estaba más próxima al fandango, pero con una línea melódica más libre y un carácter mucho más expresivo. Con el tiempo, artistas como Rojo el Alpargatero, La Rubia y Pepe Marchena contribuyeron a fijar su estilo.
Características musicales de la cartagenera
La cartagenera es un cante melismático, sensible y profundo, donde el cantaor o la cantaora despliega una gran libertad interpretativa. Algunas de sus características más destacadas son:
Estilo libre y sin compás fijo
Como muchos cantes de Levante, no se ajusta a un compás estricto. El intérprete es quien marca la respiración, las pausas y la intensidad.
Melodías amplias y ornamentadas
Las notas se estiran, se adornan y se sostienen, creando una sensación de lamento elegante y contenido.
Gran carga emocional
Es un palo que exige sensibilidad, técnica vocal y una capacidad especial para transmitir nostalgia.
Tonalidad modal y aire oriental
Su color melódico recuerda, en ocasiones, a los cantes árabes y a las músicas del Mediterráneo, reforzando su carácter evocador.
La evolución de la cartagenera
A lo largo del siglo XX, la cartagenera se fue transformando. Artistas como Chacón, Marchena o Manuel Vallejo incorporaron a este cante elementos más libres y personales, explorando nuevas posibilidades melódicas.
Luego, la influencia de los cantes mineros, especialmente la taranta y la minera, hizo que muchas cartageneras adoptaran una estructura más próxima a las tonalidades del Levante, ampliando su expresividad.
Pese a no ser un palo que se interprete con frecuencia en los escenarios, sigue siendo muy valorado por los aficionados más entendidos y por los cantaores que buscan cantes menos habituales, llenos de matices y de historia.
La cartagenera en el flamenco actual
Hoy, la cartagenera se interpreta sobre todo en recitales íntimos, festivales especializados y espacios donde el cante jondo se disfruta sin prisas. Es un cante que requiere:
- técnica vocal sólida
- control del aire
- sensibilidad para los silencios
- dominio de la expresividad
Precisamente por su complejidad y su belleza, suele ser elegido por artistas que desean rendir homenaje a los cantes antiguos y preservar su esencia.
Un cante perfecto para quienes buscan profundizar en el flamenco
La cartagenera es un recordatorio de la amplitud y diversidad del flamenco. Un palo que, sin buscar protagonismo, conserva un aura especial que emociona a quien lo escucha.
Explorar su historia y su evolución es adentrarse en una parte esencial del legado musical del Levante.
En Teatro Flamenco Sevilla, seguimos celebrando y difundiendo la riqueza de todos los palos flamencos, desde los más conocidos hasta joyas menos habituales como este. Porque el flamenco es infinito, y cada cante tiene una historia que merece ser contada.
